SEÑO ¿PUEDO IR AL BAÑO?

suena el despertador a las 5.30 am, pero me levanto a las 6.00 am. Lo pongo media hora antes para que cuando suene tenga tiempo de dormir más. Y a los 10 minutos cuando vuelve a sonar, sé que tengo un rato más. Y en la tercera si me levanto.
me tomo el colectivo y llego cagando a las 8.00 am a la faq. ¿Podés creer que la clase era a las 9.00 am y no me acordaba? Asique boyé 1 hora, sin poder parar de reírme de lo estúpida que era.
la decepción profesoril de hoy fue un tanto grande, no sé si por el sueño que tenía o qué pero me pareció que no paró de hablar ni medio segundo y que la concatenación de temas era muy débil, hasta te diría demencial (demencial en el mal sentido, porque ni siquiera causaba gracia).
temas como la vida amorosa de Sarmiento, el descubrimiento de la realidad de los reyes magos, cuando un amigo le dijo que sus padres "fifaban" (así lo dijo él), cuan mal hacía el azúcar y que era macrobiótico o algo por el estilo; a lo que se sumaban temas como a quien donarías un peso si a UNICEF, a la Cruz Roja o a la lucha contra el mal de Chagas, que votó a menem, a de la rúa, a lilita pero que era peronista. Además de otras tantas cosas que defenestró sin ningún tipo de tacto por quien pensara diferente. (de más esta decir que ningún tema tenía que ver con la materia a tratar).
me sentia frente a un mal cómico con el que te reís no porque te cause sino para no hacerlo sentir un pelotudo. aún así debí hacer esfuerzos sobrehumanos porque la risa no salía y la verguenza ajena aumentaba en cada comentario o chiste sin sentido.
como si fuera poco su fisonomía era traicionera, tanto en la manera de moverse como en los gestos. Tiene un tic o asumo eso ya que de otra manera se haría poco comprensible que una persona haga semejante estruje facial adrede varias veces por minuto durante 4 larguísimas horas.
PD: me quedaron geniales los circulitos de arte moderno que me mande en las hojas mientras trataba de no dormirme.

TOMÁS POR EL RESTO DE MIS DÍAS



No puedo decirle a nadie quién sos y qué fuiste para mí, porque no lo entiendo. Tu nombre es el que encierra todo lo que fue “nuestra historia” y lo pongo entre comillas porque en realidad no se si fue tuya o mía… probablemente fue de los dos, pero dudosamente “nuestra”.

Hoy, y desde entonces, mi vida no es la misma. Sos algo así como “un antes y un después”. Tampoco quiero pavonear tus virtudes, porque muchas veces demostraste tener pocas.

Para vos tengo un baúl lleno de etiquetas, pero ninguna me convence, no encajas en ninguna por separado porque sos todas a la vez sin ser ninguna en particular. Me metiste en un brete… siempre supiste como meterme en un aprieto, vivía “apretada” con vos…
Tenés el poder y don de descolocarme con una palabra, o un conjunto de ellas, y dejarme sin hablar (si, sin hablar) en el momento menos importante del día donde, quizás (siempre quizás) empezaba a confiar en vos. Años después no consigo respuestas, no encuentro etiquetas, no disto tus virtudes de tus defectos, porque, en vos, no se cuál es cuál.

Amaba que me miraras y hablaras de mí. Vos sabías que a mi me gustaba y te gustaba por eso y a mi me gustaba que te gustara que a mi me gustara que hablaras de mi… hablábamos tan poco de vos Tomás y lo poco que me contabas no sabía si creerlo o no. Mucho no confiaba en vos, acabo de darme cuenta.

Después de tanto pude separar de tu persona uno de los dos temas que sólo hablan de vos y de nadie más.
No me dejaste ningún olor, me dejaste música. Ni idea tenés de las cosas que me revuelve esa canción, no puedo escucharla, la tengo que sacar porque no lo soporto y me molesta no saber qué es, porque no te encontré etiqueta así que no puedo colgarle un cartelito a este sentimiento que sale corriendo de mis entrañas cada vez que escucho silbar a ese maldito mirlo.

Sé poco de vos por eso no me permito elegir un formalismo para nombrarte, pero se que te conozco aunque lo niegues y prefieras que así no sea, hay algo de vos que compartiste conmigo y, a sabiendas o no, lo seguís haciendo porque me elegís, deliberadamente o por accidente, para contarme cómo sigue tu vida después de tantos años sin rastros de ninguno de los dos.

¿Puedo confesarte algo Tomás? Tengo la esperanza de que algún día, al subir la escalera de la estación de trenes, estés parado ahí y me mires de nuevo.

Florentino Ariza… ese eras vos, parte de la logia hermética que te hacía parecer algo que no eras.
Somos tan parecidos Tomás. Sí, las tuve… tal como vos.

Varias veces tus palabras, o un conjunto de ellas, no eran lo que esperaba de vos, porque sí “amigo”… esperaba algo. Tonta ingenua, sí, pero mi carácter “adolescente y limitado” y mi tan poca experimentada vida, me justificaban.
No me diste vida Tomás, no te confundas.

Al final de cuentas más que “nuestra”, la historia resulta ser completamente mía: de mi imaginario colectivo, de mis sueños de damisela, de mis ojos honestos tratando de defender el alma con la que venían, desconfiando todo el tiempo de vos. Desconfié Tomás y si hoy lo sigo haciendo o no, ya no tiene importancia.

A medias, no hacíamos las cosas enteras, nunca llegamos a ese punto, todo a la mitad o ni siquiera empezábamos, quizás por eso sigamos pensando, de tanto en tanto, en “nosotros”. Te conozco Tomás, aunque sea muy poco.

¿No me querías ver feliz?... ¿Vos qué querías conmigo? ¡Dios!, cuanta filosofía barata derramaste en ese departamento Tomás. Escabullida como un ladrón, pero más yo que en cualquier otro lado. ¿Sabías que esa que estaba ahí era yo, mi yo más mío?

La música, el café, la cama, los cigarrillos, los gatos, la cocina, tu mujer. Todo cabía en ese tres ambientes, tu mujer también.

No me gustabas Tomás, en serio. Lo único que había era un imán en tu sexo y en el mío, que haciéndonos mal y sabiéndolo, se dejaban atraer el uno por el otro, enroscándose sin tocarse, besándose en los labios, mostrando vergüenzas, lamiendo deseos, oyendo el silbar del mirlo, metiendo tu mano abierta en mi pelo húmedo, marcando un camino de nuca a cintura con tu dedo índice, envolviéndote en mi espalda, respirándome sobre el hombro izquierdo con fuerza, con la misma fuerza que usaste para que esto no pasara y que yo no lo quisiera.

Fuimos dos contradicciones contradiciéndose y en cuanto a mi, no cambié mucho, supongo que vos sí.

Si es mujer… ponele Mercedes.

SI 10 AÑOS DESPUÉS...

aún tengo esas pestañas, los pelos sueltos al costado de la frente, sigo usando anteojos, se me marcan los cachetes cuando sonrío y mantengo esa mirada, tan típica de mi.
27-02-1999 (faaa como pasa el tiempo).