Tostadas Francesas

Cada vez que arranco a escribir suelo hacerlo con palabras como "Definitivamente", "Absolutamente" o "Sin lugar a dudas" como si hubiera descubierto una gran verdad o alguna receta mágica para ser feliz o hubiera resuelto la gran incógnita de la vida en un instante y me fuera imperiosamente necesario contarlo al mundo y contagiar a la humanidad con mi nuevo descubrimiento.

La verdad es que esos "descubrimientos" son poco deslumbrantes y sólo suelen durarme algunas horas -durante las que estoy en paz, para ser sinceros-, pero son eso... algunas horas y nada más. No soy capaz -al menos por ahora- de mantener esa paz de modo continuo, de manera que trato de disfrutar al máximo esas pocas horas en donde todo me da el indicio de que estoy algo más conectada conmigo misma o algo más en paz. Estoy calmada. No estoy ansiosa.

No tengo ganas de fumar... NO tengo ganas de fumar. Casi que me conmueve decirlo: NO TENGO GANAS DE FUMAR.

Mientras estoy así siento que puedo hacer todo lo que quiera, sí, todo: viajar por el mundo, vivir de la actuación, enamorarme profundamente, ser una con el Universo.

Acabo de cocinar. Disfruté cada vegetal que corté. Esperé tranquilamente a que la hornalla calentara la sartén. Tome con calma el cuchillo, el tenedor. Envolví con paciencia en pan. Nunca antes había sentido este placer al cocinar, lo digo en serio. De hecho, creo que casi nunca tuve la templanza que tengo ahora. Hubo otros momentos, sí, pero, como dije, duran sólo algunas pocas horas... a decir verdad, suelen durar unos pocos minutos.

Es por eso que escribo, tratando de congelar este estado para que cuando desaparezca pueda leerlo y con suerte se convierta en un retorno.
No tengo ganas de fumar. Me lo repito asombrada.

Mi templanza desorienta a mi ego quien junta fuerzas para hacerme ver que estoy perdiendo el tiempo y que debo procurar hacer algo productivo. El sentido de la practicidad me tiene cansada.

Soy una persona solitaria. Pensé que no, pero la verdad es que disfruto mucho de estar sola y la verdad es que... me entiendo bastante bien como para convivir conmigo. Quiero vivir sola. Quiero viajar (alguna de las dos va a ser primero, pero las dos van a SER).

Después de trabajar, pasé mi tarde leyendo un libro que me prestó una amiga. En un par de horas casi llegué a la mitad, me resulta un libro inspirador. El no hacer nada hoy no me dio culpa.

Acá sostener la calma no es nada fácil. Tuve que esforzarme para no sucumbir, tuve que contenerme al tratar de responder los incesantes cuestionamientos de qué me pasaba. Contestar "Nada, simplemente estoy tranquila" no parecía ser una respuesta suficiente y mientras se me seguía cuestionando pensé en lo extremista que puedo ser a veces y que la realidad es que no tengo idea de cómo lograr un equilibrio. La única solución es que nadie presencie esos altibajos, que la búsqueda de mi equilibrio sea mía, que no tenga que explicar cada cosa que hago, por eso... viajar, vivir sola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario